domingo, 14 de octubre de 2007

Historia

El descubrimiento mutuo
Tomado de http://www.guerrillero.co.cu/sitiotabaco/historia/descubrimutuo_a.htm

El 28 de octubre de 1492, casi al amanecer, los indios del caserío de Bariay, en el litoral Nordeste de Cuba, fueron sorprendidos por una extraña visión: tres enormes canoas, con sus blancas velas desplegadas, donde resaltaba la cruz cristiana. Ocultos entre el ramaje de las uvas caletas, presenciaron, desde una playa de relucientes arenas, el desembarco de aquellos raros hombres, entre los que se destacaba uno de rostro rubicundo y cuerpo bien proporcionado, ataviado con magnífico traje de seda. En su diestra portaba una bandera roja y amarilla, símbolo de la soberanía de Castilla en las tierras del Nuevo Mundo.

Los aborígenes, entre la curiosidad y el temor, fueron al encuentro de los seres que suponían bajados de los cielos. Españoles e indios se miraron con igual asombro. El Almirante Cristóbal Colón bautizó el lugar San Salvador, y admiró la hermosura de la isla y la ingenuidad de sus habitantes. Escribió en su libro de bitácora: "es aquella isla la más hermosa que ojos hayan visto".

Días después, Colón prosiguió su navegación hacia el Poniente, y el 29 de octubre desembarcó en la cercana Bahía de Gibara, a la que llamó Puerto de Mares. Iba en pos de las tierras orientales del Gran Kan, alentado por las áureas ciudades descritas en los libros sobre el Catay. Y como pensó que tal reino se hallaba en el interior de Cuba, a buscarlo envió el 2 de noviembre a dos de sus hombres, Luis de Torres y Rodrigo de Xerez; el primero, además de castellano, sabia la lengua de hebreos y árabes.

Cuatro días más tarde regresaron los enviados del Almirante y le describieron la belleza de las tierras visitadas y las costumbres paradisíacas de los naturales del país, quienes, lejos de vivir en palacios con tejas de oro, habitaban muy rústicos bohíos construidos de palmas. Pero atendamos al relato que hicieron Luis y Rodrigo al nauta genoves escrito después por Fray Bartolomé de Las Casas, el venerable protector de los aborígenes americanos.

Hallaron estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres, siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas metidas en una cierta hoja, seca también, a manera de mosquete hecho de papel de los que hacen los muchachos la pascua del Espíritu Santo y encendida por la una parte del por la otra chupan, o sorben, o reciben con el resuello para adentro aquel humo; con el cual se adormecen las carnes y casi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio.

Estos mosquetes, o como los llamaremos, llaman ellos tabacos. Españoles cognosci yo en esta isla Española, que los acostumbraron a tomar, que siendo reprendidos por ello, diciéndoles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano dejarlos de tomar; no se qué sabor o provecho hallaban en ellos.


Relato similar hace el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo:
Es así como empezaban a beber, trujo el mesmo cacique un manojo de tabacos que son del tamaño de un jeme e delgadas como un dedo, e son de una cierta hoja arrollada e atada con dos o tres hilos de cabuya delgados; la cual hoja e planta della crían con mucha diligencia para el efecto destos tabacos, y encendianlos por el cabo poca cosa y entre si se va quemando... hasta que se acaba de quemar, en lo cual dura un día. E de cuando en cuando metíanla en la boca por la parte contraria de donde arde, e chupan para dentro un poco espacio aquel humo, e quítanla, e tienen la boca cerrada, e retienen el resolló un poco, e después alientan y sáleles aquel humo por la boca e las narices. E cada uno de los indios que he dicho, tenía una de estas hojas rebollada..
Como hemos visto, es en territorio cubano donde el Almirante Colón menciona por primera vez el tabaco y a un fumador; sin embargo, en la página de su diario correspondiente al 15 de octubre de 1492, situado cerca de la Isla de San Salvador, se refiere a un polvo y a unas hojas que bien pudieran identificarse con este producto:

....Y estando a medio golfo destas dos islas... fallé un hombre solo en una almadía que se pasaba d la isla de Santa Maria d la Fernandina, y traía un poco de su pan, que sería tanto como el puño y una calabaza de agua, y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después amasada, y unas hojas secas que debe ser cosa muy apreciada entre ellos, porque ya me trujeron en San Salvador dellas en presente...
Don Salvador de Madariaga, en su libro Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón, dice algo tan feliz con relación al descubrimiento del tabaco por los europeos, que si algún día levantamos un monumento a Luis de Torres y Rodrigo de Xerez, los primeros españoles que exploraron el interior de Cuba, debemos esculpir las palabras del historiador español: "No habían hallado el Gran Can ni tampoco la fuente donde nace el oro; pero habían encontrado algo que ha alzado desde entonces más ensueños que el oro y que ejerce más poder sobre los hombres de lo que ejercía sobre sus súbditos el Gran Can".

Como el Almirante no dio mayor importancia a la noticia del tabaco, Madariaga comenta: "así somos de ciegos para con los favores de la suerte [...] cuando la Naturaleza le ponía oro delante en una forma nueva e inesperada, Colón no lo reconoció y lo dejó seguir desvaneciéndose en humo ante sus propios ojos sin darse cuenta de su aroma".

A partir de su hallazgo por los hispanos, la fragante hoja se adueñó del gusto de los primeros nautas que, embriagados entre volutas de humo, soñaron, como nuevos behiques o hechiceros, con El Dorado y la Fuente de la Juventud.

Estos navegantes y luego los conquistadores y colonizadores, estaban forjando, sin saberlo, el inicio de una constelación de nuevos Estados en la América casi virginal.

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