miércoles, 31 de octubre de 2007

Habanos mantiene un litigio en EE UU por el registro de la marca Guantanamera

Una empresa 'radicada en Miami solicitó su registro y tuvimos que iniciar una acción en contra', dijo el director jurídico de la corporación.
La corporación Habanos S.A., empresa propiedad al 50 por ciento de la estatal cubana Cubatabaco y la tabacalera hispanofrancesa Altadis, mantiene un litigio en Estados Unidos por la vitola Guantanamera, informó este martes la prensa oficialista de la Isla.
El director jurídico de Habanos S.A., Adargelio Garrido, indicó al diario Juventud Rebelde que hay "un litigio que está comenzando a nivel de oficinas de marcas" por Guantanamera, lanzada al mercado en 2002, reportó EFE.
"Una empresa de Estados Unidos radicada en Miami solicitó su registro y tuvimos que iniciar una acción en contra", señaló.
Garrido dijo que esa "es otra muestra más" de los problemas que le ocasionan a las marcas renombradas de tabaco cubano la prohibición de acceso al mercado estadounidense como consecuencia de las leyes del embargo económico que ese país mantiene contra la Isla desde hace 45 años.
"El problema es que, aunque las disposiciones del bloqueo —si bien con limitaciones— te permiten registrar y renovar marcas, el hecho de no estar presente en el mercado es un escollo más, porque tienes que estar ahí para defenderte", apuntó.
Con relación al pleito que Habanos mantiene por el registro de la marca Cohíba con la empresa estadounidense General Cigar, Garrido afirmó que "Cuba no se ha quedado de brazos cruzados" y seguirá "batallando" hasta que no queden más "mecanismos".
El pleito comenzó en 1997, cuando Habanos impugnó el registro de la marca realizado por la estadounidense General Cigar y demandó a esta empresa en los tribunales.
El litigio judicial se resolvió en primera instancia de manera favorable a Habanos, pero una Corte de Apelaciones y el Tribunal Supremo estadounidense fallaron luego en su contra.
"El proceso judicial no está cerrado. No hablo sólo del judicial, sino del iniciado ante el tribunal de la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos, que congeló el proceso de cancelación del registro de General Cigar", indicó el jurista.

Tomado de: http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/noticias/habanos-mantiene-un-litigio-en-ee-uu-por-el-registro-de-la-marca-guantanamera/(gnews)/1193827500

domingo, 14 de octubre de 2007

Desde la semilla hasta el humo: El tabaco negro en Pinar del Río|

Desde la semilla hasta el humo: El tabaco negro en Pinar del Río

Historia

El descubrimiento mutuo
Tomado de http://www.guerrillero.co.cu/sitiotabaco/historia/descubrimutuo_a.htm

El 28 de octubre de 1492, casi al amanecer, los indios del caserío de Bariay, en el litoral Nordeste de Cuba, fueron sorprendidos por una extraña visión: tres enormes canoas, con sus blancas velas desplegadas, donde resaltaba la cruz cristiana. Ocultos entre el ramaje de las uvas caletas, presenciaron, desde una playa de relucientes arenas, el desembarco de aquellos raros hombres, entre los que se destacaba uno de rostro rubicundo y cuerpo bien proporcionado, ataviado con magnífico traje de seda. En su diestra portaba una bandera roja y amarilla, símbolo de la soberanía de Castilla en las tierras del Nuevo Mundo.

Los aborígenes, entre la curiosidad y el temor, fueron al encuentro de los seres que suponían bajados de los cielos. Españoles e indios se miraron con igual asombro. El Almirante Cristóbal Colón bautizó el lugar San Salvador, y admiró la hermosura de la isla y la ingenuidad de sus habitantes. Escribió en su libro de bitácora: "es aquella isla la más hermosa que ojos hayan visto".

Días después, Colón prosiguió su navegación hacia el Poniente, y el 29 de octubre desembarcó en la cercana Bahía de Gibara, a la que llamó Puerto de Mares. Iba en pos de las tierras orientales del Gran Kan, alentado por las áureas ciudades descritas en los libros sobre el Catay. Y como pensó que tal reino se hallaba en el interior de Cuba, a buscarlo envió el 2 de noviembre a dos de sus hombres, Luis de Torres y Rodrigo de Xerez; el primero, además de castellano, sabia la lengua de hebreos y árabes.

Cuatro días más tarde regresaron los enviados del Almirante y le describieron la belleza de las tierras visitadas y las costumbres paradisíacas de los naturales del país, quienes, lejos de vivir en palacios con tejas de oro, habitaban muy rústicos bohíos construidos de palmas. Pero atendamos al relato que hicieron Luis y Rodrigo al nauta genoves escrito después por Fray Bartolomé de Las Casas, el venerable protector de los aborígenes americanos.

Hallaron estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres, siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas metidas en una cierta hoja, seca también, a manera de mosquete hecho de papel de los que hacen los muchachos la pascua del Espíritu Santo y encendida por la una parte del por la otra chupan, o sorben, o reciben con el resuello para adentro aquel humo; con el cual se adormecen las carnes y casi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio.

Estos mosquetes, o como los llamaremos, llaman ellos tabacos. Españoles cognosci yo en esta isla Española, que los acostumbraron a tomar, que siendo reprendidos por ello, diciéndoles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano dejarlos de tomar; no se qué sabor o provecho hallaban en ellos.


Relato similar hace el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo:
Es así como empezaban a beber, trujo el mesmo cacique un manojo de tabacos que son del tamaño de un jeme e delgadas como un dedo, e son de una cierta hoja arrollada e atada con dos o tres hilos de cabuya delgados; la cual hoja e planta della crían con mucha diligencia para el efecto destos tabacos, y encendianlos por el cabo poca cosa y entre si se va quemando... hasta que se acaba de quemar, en lo cual dura un día. E de cuando en cuando metíanla en la boca por la parte contraria de donde arde, e chupan para dentro un poco espacio aquel humo, e quítanla, e tienen la boca cerrada, e retienen el resolló un poco, e después alientan y sáleles aquel humo por la boca e las narices. E cada uno de los indios que he dicho, tenía una de estas hojas rebollada..
Como hemos visto, es en territorio cubano donde el Almirante Colón menciona por primera vez el tabaco y a un fumador; sin embargo, en la página de su diario correspondiente al 15 de octubre de 1492, situado cerca de la Isla de San Salvador, se refiere a un polvo y a unas hojas que bien pudieran identificarse con este producto:

....Y estando a medio golfo destas dos islas... fallé un hombre solo en una almadía que se pasaba d la isla de Santa Maria d la Fernandina, y traía un poco de su pan, que sería tanto como el puño y una calabaza de agua, y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después amasada, y unas hojas secas que debe ser cosa muy apreciada entre ellos, porque ya me trujeron en San Salvador dellas en presente...
Don Salvador de Madariaga, en su libro Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón, dice algo tan feliz con relación al descubrimiento del tabaco por los europeos, que si algún día levantamos un monumento a Luis de Torres y Rodrigo de Xerez, los primeros españoles que exploraron el interior de Cuba, debemos esculpir las palabras del historiador español: "No habían hallado el Gran Can ni tampoco la fuente donde nace el oro; pero habían encontrado algo que ha alzado desde entonces más ensueños que el oro y que ejerce más poder sobre los hombres de lo que ejercía sobre sus súbditos el Gran Can".

Como el Almirante no dio mayor importancia a la noticia del tabaco, Madariaga comenta: "así somos de ciegos para con los favores de la suerte [...] cuando la Naturaleza le ponía oro delante en una forma nueva e inesperada, Colón no lo reconoció y lo dejó seguir desvaneciéndose en humo ante sus propios ojos sin darse cuenta de su aroma".

A partir de su hallazgo por los hispanos, la fragante hoja se adueñó del gusto de los primeros nautas que, embriagados entre volutas de humo, soñaron, como nuevos behiques o hechiceros, con El Dorado y la Fuente de la Juventud.

Estos navegantes y luego los conquistadores y colonizadores, estaban forjando, sin saberlo, el inicio de una constelación de nuevos Estados en la América casi virginal.

Algo de la historia del tabaco cubano

El tabaco cubano, uno de los productos de la economía de la isla con mayor reconocimiento internacional, encierra en sus verdes hojas una historia de más de cinco siglos, estrechamente vinculada con el descubrimiento de la mayor de Las Antillas.
En aquel entonces, cuentan las leyendas que el Almirante genovés Cristóbal Colón al tocar tierra cubana en 1492 envió a dos de sus mejores hombres con las cartas de presentación de los reyes católicos para los emperadores chinos, al pensar que precisamente habían arribado a ese país asiático.
Para Rodrigo de Xerez y Luis de Torres, nombres de los enviados, la realidad se presentó bien distinta al tropezarse en su incursión con aborígenes que portaban tubos de hojas enrolladas en los labios, los cuales se encendían por un extremo y por el otro se absorbía el humo.
Así, sin proponérselo, Colón puso al descubierto una de las mayores riquezas de Cuba e incluso varios de sus acompañantes, Xerez entre ellos, se aficionaron al consumo de la aromática hoja, con lo cual la palabra tabaco fue incorporada al lenguaje de los pobladores del viejo continente.
Para los nativos de la mayor de Las Antillas la planta recibía la denominación de cojiba o cohoba, nombre con el cual también se identificaba a un instrumento en forma de V por donde se aspiraba el humo del tabaco, aunque esta última variante muchos investigadores la relacionan con la isla de Trinidad y Tobago.
Los colonizadores se tropezaron asimismo con una especie de ritual en el consumo de la planta, y hasta nuestros días llegó en historias diversas el empleo de un tambor llamado cemí, cuyo sonido acompañaba a todo el proceso dirigido hacia fines medicinales y de placer entre los primeros pobladores cubanos.
Con el decursar del tiempo, el tabaco también se convirtió en una pieza clave no sólo para la nobleza de la época, sino que ganó su espacio en los cultos religiosos africanos que ingresaron al país con el inicio del tráfico de esclavos procedentes del llamado continente negro.
En ese sentido, los estudiosos recuerdan que para los dioses africanos la hoja representa una excelente herramienta en la cura de las más diversas enfermedades, y las tradiciones sitúan a todas las deidades masculinas como aficionadas a fumar y masticar la planta, incluso sus raíces y flores.
La corona española dió el visto bueno al cultivo del tabaco mediante cédula real de 1614 y asumió asimismo el monopolio de su comercialización en 1740, con el surgimiento de la Real Compañía de Comercio de La Habana, inicio de una de las primeras y más importantes industrias de la isla.
Aunque se cultiva en la actualidad en casi todas las provincias del país, las mejores tierras para esa actividad en la isla se localizan en el occidental territorio de Pinar del Río -en especial la zona de Vueltabajo-, considerado la cuna del mejor tabaco del mundo.
Una perfecta combinación de suelos, clima y humedad dan lugar a un producto que es calificado por los entendidos de exclusivo en el orbe por su aroma, color, textura y sabor, todo ello indispensable a la hora de preparar los famosos habanos de la isla que tanta demanda enfrentan entre la clientela más selecta.

La Libreta del Tabaquero

LOS TRABAJADORES URBANOS EN LA CUBA DEL SIGLO XIX Y El SURGIMIENTO DEL ABOLICIONISMO POPULAR EN CUBA.
Antonio Miralles
Tomado de: http://www.conexioncubana.net/index.php?st=content&sk=view&id=6237&sitd=330

EXTRACTO DEL ESCRITO DE CÓMO EXISTIÓ LA LIBRETA DEL TABAQUERO.
Otra fórmula coercitiva oficial relacionada con Reglamento de aprendizaje era la Libreta del tabaquero utilizada en La Habana desde inicios de la década de 1850 hasta inicios de la de 1860.
La administración instituyó la Libreta del tabaquero en respuesta a las quejas de los fabricantes de puros de que la fuerte demanda de trabajo permitía a los artesanos ocupados en torcer las hojas de tabacos (conocidos como "tabaqueros") "abusar" de sus patronos. Específicamente, los fabricantes insistían en que los tabaqueros no devolvían el dinero que les habían dado como anticipo de sus jornales para asegurarse de que trabajarían en sus talleres o fábricas. Según las reglas del sistema de la Libreta, cada oficial tabaquero tenía que registrarse en la Sección Industrial de la Sociedad Económica, precisamente, la sección que se encargaba de vigilar a los aprendices. La Libreta registraba el centro de trabajo del tabaquero, su lugar de nacimiento, su domicilio, su aspecto físico y si poseía o no una licencia de oficial.

Ningún fabricante de tabaco podía aceptar a un trabajador libre o a un esclavo que se alquilase sin la Libreta. Donde fuera que el oficial encontrara empleo, el patrono guardaba la Libreta. Allí podía anotar la cantidad de dinero que adelantaba al empleado. Esta última cláusula se debía a que los patronos en Cuba solían adelantar dinero a sus empleados para atraerlos a un taller determinado. Si el patrono anotaba que el trabajador le debía dinero, este no podía dejar la fábrica. La Libreta era obviamente un mecanismo para "enganchar" al trabajador semejante al "peonaje por deudas" utilizado en las haciendas de varios países latinoamericanos. Era también parecida a la Libreta implantada en Puerto Rico entre 1849 y 1873 para los trabajadores rurales.

Era el patrono, no la administración ni el empleado, quien anotaba la deuda del trabajador. Como la producción tabacalera decrecía cada año de enero a julio, muchos tabaqueros aceptaban adelantos en metálico durante estos meses, de modo que cuando la demanda de trabajo y los jornales subían de julio a diciembre, aquellos tabaqueros no tenían más remedio que trabajar para sus acreedores por jornales bajos, en vez de ganar jornales más altos en otros talleres. En 1859, el capitán general José Gutiérrez de la Concha trató de extender el sistema de la Libreta a todos los oficios e incluso a los trabajadores rurales de toda la isla. Con todo, el proyecto de Concha fracasó y el sistema de la Libreta nunca pudo extenderse más allá de la industria del tabaco. A inicios de la década de 1860, la libreta del tabaquero cayó en desuso, aunque esto no impidió que la administración continuase discutiendo la posibilidad de crear "talleres" y de resucitar la Libreta para controlar la vagancia y ayudar al empresariado a disciplinar a la fuerza de trabajo. Incluso después del fin de la esclavitud en 1886, la administración colonial trató sin éxito de implementar el mismo sistema de la libreta a los sirvientes domésticos, muchos de los cuales habían sido esclavos.

Joan Casanovas Codina
Dept. d'Historia i Geografia Universitat Rovira i Virgili
Tarragona